Hija, tú eres mi ayer, mi hoy y mi mañana.
Sé que llegará el día en que verás mis ojos ya muy cansados, y que tal vez la nieve no resbale más en mis sienes... Es inevitable, y llegará el día en que tú no me verás, pero mis ojos te encontrarán sin buscarte, mis manos te sentirán sin tocarte, y mi voz te hablará en el silencio.
Pero hoy es un día muy especial, soy feliz de que seas hija mía. Orgullosa y feliz por la clase de hija que eres; sin duda, una hija ejemplar... y bendita por todo el amor que en mí despiertas. ¡Que Dios bendiga tus pasos! Que Dios bendiga también tu boca, que sabe abrirse al mundo para dejar escapar el amor que llevas en tu noble corazón.
Dios te bendiga en tu cumpleaños, y siempre estaremos unidas mi vida, unidas porque mi amor por ti va más allá de la vida y la distancia... El amor que sale de este humilde corazón de madre es un amor infinito, y es tuyo este amor.
Dedicado a ti, en tu cumpleaños,
Dios te colme de bendiciones, mi amor.
Mi niña bonita... ¡Te amo hija mía!