A MI QUERIDA HIJA
El alma me pesa cuando tu rostro deja de sonreír,
cuando asoman largas figuras de nostalgia en esas miradas y
se tornan tan tristes que sin querer se humedecen mis ojos,
no es llanto, solo melancolía de no ver otra vez tu sonrisa
en aquel rostro, del cual tengo recuerdos
amanecerán las mañanas frías de neblinas inmensas,
se tornarán mis recuerdos álgidos, pero seguiré extrañando
aquellas muecas de tu sonrisa pícara de niña consentida
volverán a caer las tardes con sus lloviznas frías
volveré a cubrir tu cuerpo con las cobijas de invierno
cuidaré tu sueño con celo de vigilante eterno
y rezaré a tu lado con la devoción de padre
por el amor eterno a su hija….
Para mi adorada hija